"'Ring, Ring" El odioso despertador hiso que me desvelase. Levanté la cabeza de la almohada y lo miré fijamente. Las 07:00. Estiré mi mano y lo paré, volví a poner mi cabeza en la almohada con los ojos abiertos mirando al techo. Suspiré mientras me tapaba la cara con las manos. Rápidamente me levanté de la cama, puse mis piernas en el frío suelo del parqué, miré por la ventana. El día estaba completamente nublado sin ningún rastro del sol. Me acerqué a mi mesa de noche y cogí la coleta negra, me hice un moño mal echo y me dirige hacia mi baño. Abrí el grifo del lavamanos y empecé a lavarme la cara. Salé del baño y fui hacia mi armario.
Lo abrí de par en par. Me puse unos jeans negros ajustados, una camiseta de cuadros de colores no muy alegres, una chaqueta negra de cuero, mis Vans negras y mi gorro de lana color morado. Me mire en el espejo, me peine con la mano un poco ya que mi pelo es liso y no se enreda mucho. Cerré el armario, cogí mi mochila y salí de mi habitación. Bajé las escaleras y me adentré en la cocina dónde estaba mi madre y mi hermana.
-Buenos días -dije mientras abría la nevera.
-Buenos días -dijeron estas al unísono sonrientes.
-¿Que nerviosa? -preguntó mi madre antes de sorber un poco de café.
-La verdad... un poco -respondí poniéndome en un pequeño vaso, leche fría.
-Tu tranquila -me tranquilizó- no pienses en negativo.
-Ya... -me bebí el vaso y guardé la leche en la nevera- ¿y tu que?¿estas nerviosilla? -le pregunté a mi hermana.
-No -sonrió esta.
-Que suerte... -miré mi reloj-. bueno, me voy ya, no quiero que se me haga tarde.
Me despedí de estas con un beso en la mejilla. Me colgué la mochila en mis hombros y salí de casa. El viento frío me daba en la cara, haciendo que un escalofrío se me meta por el cuerpo.
Miraba las calles por dónde pasaba, había gente adulta con sus maletas de trabajo cogiendo un taxi, y estudiantes que iban en direcciones contrarias o al igual que yo. Gracias que el instituto no estaba tan lejos, crucé mis brazos debido al frío y me adentre.
Mire hacia los lados intentado buscar dirección, allí estaba, ponía en un letrero bien grande: DIRECCIÓN. Con mayúsculas. Me dirige hasta allí, mientras que caminaba alguna gente me miraba extrañados, pero yo pasaba. Toqué en la puerta y oí de fondo un: Adelante... La directora era una mujer cómo bien me había dicho mi madre que los anteriores días vino a visitar el instituto.
Abrí la puerta y vi a la directora sentada mirando fijamente la pantalla del ordenador.
-Hola, soy Lorena García -me acerqué e esta.
-Ah sí, eres la nueva ¿verdad? -se levantó de su asiento sonriente- querrás saber cuál es tu clase.
-Así es.
-Ven, que te acompaño.
Salimos de dirección. Los estudiantes ya no estaban en los pasillos solo se oían los murmullos que venían dentro de las aulas. ¿Había sonada ya la sirena? porque no a había oído. Seguí a la directora que andaba normalmente, caminamos por algunos pasillos hasta que se paró delante de una taquilla.
-Esta es tu taquilla -la señaló- la 115, cómo podrás ver en tu llave, y ahora vamos a clase -comenzó a caminar.
La empecé a perseguir sin saber a dónde íbamos. Se paró delante de una puerta que ponía en su letrero: Aula 359. Bajé la mirada y miré a la directora que tocaba la puerta mientras me miraba sonriente. La abrió y entramos. Nos quedamos delante de todos los estudiantes que me miraban fijamente. Me presenté con normalidad y cuando terminé la directora se fue despidiéndose de todos.
-Bienvenida García -dijo el profesor- siéntate en dónde quieras.
-Aquí -dijo un chico rubio de ojos azules que estaba en la parte de atrás en la clase.
-Cómo vuelva a hablar otra vez señorito Horan, lo voy a echar de clase -tras decir esto el chico se quedó callado- siéntate allí -me señaló un sitio libre.
-Vale -dije a lo bajo.
Me senté al lado de una chica, más o menos pelirroja con una gorra negra. Coloqué mi mochila y saqué mis libros de historia. En toda la hora intentaba concentrarme en lo que decía el profesor, pero apenas podía. Saqué mi lápiz y empecé a jugar moviéndolo con mi dedo. La chica que estaba a mi lado me interrumpió de mi aburrimiento.
-¿Entiendes algo de lo que dice? -me preguntó en bajo.
-¿Crees que estoy atendiendo? -le respondí.
-Pues no, me llamo Paola -sonrió.
-Encantada -le devolví la sonrisa.
-Silencio -mandó el profesor.
Las segundas horas pasaron volando, cada profesor que me veía me daba la bienvenida y yo les respondía con una de mis sonrisas falsas. En la tercera hora, matemáticas. Saqué el libro y la libreta. Empezó la clase. Faltaba nada más que 25 minutos, para que empezara el recreo.
-Bueno, sólo nos falta el último ejercicio -dijo la profesora, quitándose las gafas- ¿quién sale?
-Yo -respondió una chica rubia, levantando la mano.
-Salga señorita Cristina -le sonrió la profesora, y esta se levanto.
Esta salió a la pizarra, mientras que hacía el ejercicio la profesora la miraba con una sonrisa y miraba el libro a veces. Se notaba que esa chica era una buena estudiante por lo segura que salía a la pizarra, cuando terminó se giró hacia la profesora y esta se levantó y fue hacia la pizarra, empezó a mirar todo.
-Esta bien, se puede sentar Brooks.
-Vale -le respondió y se sentó en su sitio.
-Chicos, vayan recogiendo, que solo queda sesenta segundos -dijo esta mientras recogía sus libros de Matemáticas.
Empecé a recoger en silencio, me giré para guardar mi libros en la mochila. Notaba cómo alguien me miraba fijamente, levante la mirada y allí vi al chico de ojos azules, me había picado un ojo, le hice una sonrisa falsa y le enseñé el dedo corazón, me volví a girar y justamente sonó la sirena.
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